Estudiante acusado de matar a compañero denuncia a la policía
El adolescente acusado de asesinar a un compañero de escuela, Michael Hernández, afirmó a un psicólogo que la policía embarró de sangre la presunta arma homicida, se supo ayer durante una audiencia para determinar la capacidad del menor para enfrentarse al juicio como adulto.
''[Hernández] dijo que la policía había ensuciado el cuchillo con su sangre'', declaró sin precisar más detalles el psicólogo Barry Rosenfeld, un especialista presentado por la defensa.
Pero más adelante en su testimonio, Rosenfeld sostuvo que no está seguro de que Hernández le haya dicho siempre la verdad durante las casi ocho horas que había conversado con él en prisión.
En un aparte, el abogado del menor, Richard Rosenbaum, confirmó que la aseveración de su cliente es un aspecto nuevo en el proceso, pero se negó a profundizar porque el asunto ``está bajo investigación''.
De ser cierto, comentaron observadores del proceso, el juicio pudiera ser anulado.
Una fuente de la fiscalía aseguró a El Nuevo Herald que el detalle carece de veracidad y así ``será demostrado en el juicio si sale a relucir''.
Según las autoridades, Hernández, de 14 años, degolló el pasado 3 de abril a Jaime Rodrigo Gough, también de 14, su compañero en una escuela del sur de Kendall. En las investigaciones, la policía halló entre las pertenencias del acusado el cuchillo posiblemente usado en el crimen.
Ayer, en una maratónica audiencia convocada por el juez Henry Leyte-Vidal para determinar si el joven está capacitado para ser juzgado como un adulto, Rosenfeld señaló que éste ''tiene mucha dificultad en pensar racionalmente'' y ``no percibe del todo la realidad''.
Rosenfeld describió a Hernández como un joven ''metódico'' que aún en la cárcel ''se somete a una vida de rituales'', los cuales incluyen ``rezar por lo menos unas 20 veces al día''.
''Si me pide un ejemplo de ello, quiero recordar que [cuando estaba en libertad] tenía el ritual de ir a la cama a las 10:30 p.m. Si 10 minutos después no estaba dormido, se hacía heridas paralelas en los brazos. Veía eso como un castigo por no ser disciplinado'', explicó el psicólogo.
Sin embargo, Rosenfeld rehusó caracterizar a Hernández como ''no apto'' para enfrentarse al juicio. ``No creo que sea ético hacerlo. Estoy aquí para presentar al juez los hechos y explicarlos. La decisión le toca a él''.
Aun así, el psicólogo consideró que Hernández padece de esquizofrenia, paranoia y está incapacitado para entender lo que le puede pasar si el juicio no termina a su favor.
No obstante, la también psicóloga Vanesa Archer, llevada al estrado por la fiscalía, sostuvo lo contrario.
''Oculta sus sentimientos hábilmente, por eso no creo que sea esquizofrénico'', aseveró.
Archer sometió a Hernández a pruebas, que incluyeron crear una situación ficticia en la cual alguien asesina a otro, y le preguntó si ve a ese personaje como culpable y qué castigo merece.
''Fue muy racional en las respuestas. No hubo confusión mental, y me pareció que lo entendió todo'', añadió.
Archer sostuvo, además, que en dos mediciones de su coeficiente de inteligencia efectuadas en la cárcel, el menor arrojó entre 114 y 106 percentiles. En una anterior, en sus tiempos escolares, obtuvo 130. El promedio en el estado de la Florida es de 98.
(C) 2004 El Nuevo Herald