Enfermedad de Castro dominó el año en Cuba
RUI FERREIRA / El Nuevo Herald
El año a punto de concluir fue único para los cubanos, en la isla y en el exilio. Al cabo de 47 años de un férreo poder, el 31 de julio se supo que el gobernante cubano Fidel Castro sufrió una operación intestinal, delegó el poder a su hermano, el general Raúl Castro, y desde entonces sus apariciones en público han sido contadas, todas a través de fotografías o videos.
El anuncio del traspaso de poderes constituyó en sí mismo una novedad.
Sus dos páginas y media fueron leídas por el secretario personal del enfermo gobernante en la televisión, en horario estelar. Firmado al final por lo que parece ser el puño y letra de Fidel Castro, junto a su viejo hábito de añadirle la hora de la rúbrica, el documento nombró un virtual ''gabinete de crisis'' compuesto por figuras jóvenes como Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, junto a viejos ''cuadros'' como José Ramón Machado Ventura, que desde entonces han gobernado el país.
Esto permitió, como indicó en ese momento el ex director de la Agencia Central de Inteligencia para Latinoamérica, Brian Latell, que Raúl Castro, ``afianzara su poder y control personal sobre el aparato del partido comunista''.
Este fin de año, ese poder ya parecía afianzado, cuando el general Castro le dijo a un congreso estudiantil que Fidel Castro es ``insustituible, salvo que los sustituyamos entre todos juntos, cada uno en su lugar''.
Uno de los primeros cambios que anunció fue el del hábito de su hermano de pronunciar largos discursos.
''Hemos establecido que [yo] no tenía que estar haciendo todos los resúmenes ni hablar en todos los actos. Esa línea es la que debemos seguir'', dijo el general Castro. ''Los discursos se colegian con los cuadros más empapados del tema'' y ''no es necesario pronunciar discursos largos como hace Fidel'', agregó.
Raúl Castro lanzó un aparente nuevo modelo de toma de decisiones, donde se promueve el debate ''hasta la saciedad''. ''De las discrepancias siempre saldrán las mejores decisiones'', sostuvo.
Una de las medidas que Raúl Castro comenzó a desarrollar en agosto fue una reaproximación hacia sus viejos aliados de Europa Oriental, en este caso con Rusia, con el aparente objetivo de asegurar un intercambio estable en caso que la situación política en Venezuela se deteriore.
Después de todo, como recordó el director del Centro de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, Jaime Suchlicki, el general Raúl Castro es un hombre pragmático, que todas estas décadas se mantuvo en la sombra, pero de fuertes hábitos militares, tratando de asegurar todas las variantes posibles.
''Era natural, entonces, que Raúl se dirigiera a sus antiguos aliados y amigos en busca de apoyo para consolidar el poder en Cuba. Los rusos pueden proporcionar no sólo armas a su dictadura militar, sino también créditos para adquirir otros productos rusos'', dijo Suchlicki. ''Si la relación con Venezuela se agriara, o si Venezuela disminuyera sus embarques de petróleo a Cuba, los rusos podrían intervenir y brindar ayuda. Gran parte del equipo militar y no militar de Cuba es de fabricación rusa, y necesita modernización y piezas de repuesto'', agregó.
Además, añadió el académico, ``las posiciones internacionales de Rusia, su influencia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su creciente desafío de las políticas norteamericanas se ajustan bien a la visión del mundo y los intereses de Raúl Castro''.
En términos de política externa, esta aproximación a los herederos de la ex Unión Soviética fue acompañada también con un cierto regreso teórico a los orígenes del proceso político cubano, cuando desplegó la consigna de llevar la revolución a todo el continente.
En La Habana vieron con cierta complacencia como Bolivia y Ecuador se unían a los países que dieron un súbito giro a la izquierda en el continente, a rebufo de la Venezuela bolivariana del presidente Hugo Chávez, cuya reelección el gobierno cubano la celebró como propia.
La Habana envió a La Paz centenares de médicos y maestros, algunos acogidos por cierta polémica, entre los profesionales de esos países, que apuntalaron el gobierno del líder cocalero Evo Morales.
Morales no perdió tiempo en proclamar su unión a lo que llamó un eje, La Habana-Caracas-La Paz.
''Una gran Latinoamérica unida como soñaron nuestros antepasados es el futuro lógico y natural de nuestros pueblos'', dijo Morales, en una viaje a Caracas para afianzar la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), un cartel de intercambio económico y de mercancías que pretende ser una antítesis al Tratado de Libre Comercio y el Area de Libre Comercio (ALCA).
Otro gran acontecimiento este año dentro de la isla, pero mucho menos publicitado, fue un brote serio de dengue, una enfermedad relacionada con las condiciones sanitarias y que había ya afectado a los cubanos en la década de 1980.
El gobierno oficialmente no se hizo eco de la crisis sanitaria, y la enfrentó casi clandestinamente con todos los medios posibles, incluso el uso de aviones a baja altitud que rociaron con desinfectante las calles y edificios de la capital.
La epidemia dejó por lo menos 20 muertos y centenares de personas hospitalizadas, las cuales abarrotaron varios hospitales de Ciudad Habana.
''Llevamos tres semanas tratando de controlar el brote pero los recursos disponibles son mínimos, porque se está trabajando con mucha discreción ya que el gobierno no ha querido decretar una emergencia por epidemia'', declaró en ese momento a El Nuevo Herald.
Según reportes, se llenaron las salas de emergencia de los hospitales Miguel Enríquez, Covadonga y 10 de Octubre de pacientes con fiebre alta y claros síntomas de la enfermedad que es transmitida por el mosquito Aedes Aegipty. Los casos más graves del dengue, conocidos como tipo cuatro o dengue hemorrágico eran atendidos en el Instituto de Medicina Tropical donde internaron a unas cincuenta personas.
Cuba cerró el año con 339 presos políticos, 77 menos que en el 2005, según la ilegal Coordinadora Nacional de Presos y ex Presos Políticos, organización de derechos humanos local, que destacó el aumento ''significativo'' de mujeres presas por delitos políticos.
''De estos 339 prisioneros, 112 son considerados como presos de conciencia y el resto (227) son casos que en su mayoría pueden ser juicios amañados y/o encausados con cargos no probados'', dijo la presidente de la entidad, Aida Valdés.
La activista destacó que el informe refleja un ''aumento significativo'' del número de mujeres presas por delitos políticos. ''Al comenzar este año teníamos tres prisioneras. Ahora, lo cerramos con 28 mujeres, de ellas 27 en prisión y una en libertad extra penal'', apuntó Valdés.
La activista consideró que sería un ''gesto de buena voluntad'' si las autoridades liberan a ''por lo menos, a todos los que están enfermos''. ''Cuba vive un momento de cierta cautela'' por la convalecencia hace mas de cuatro meses del gobernante Fidel Castro, recordó.
El año concluyó con 2,810 balseros cubanos interceptados por guardacostas estadounidenses, cifra sólo superada por los 37,191 detectados en el éxodo de 1994, según el Servicio de Guardacostas.
Por otro lado, deja una larga lista de personajes fallecidos.
Entre otros, en el exilio murieron el periodista Fausto Miranda, el cantante Israel Kantor, el escritor Rogelio Llopis, el dibujante y cineasta Constante Diego, el escritor Justo Vasco, el ex preso político Eusebio Peñalver, el actor Pedro Rentería, el escritor del grupo Orígenes Mario Parajón, el arquitecto Manuel Gutíerrez, el músico Manuel Ochoa fundador de la Orquesta Sinfónica de Miami, el empresario Víctor del Corral creador del Victor's Cafe de Nueva York, y el arquitecto Enrique Ovares.
En Cuba, el opositor Gustavo Arcos Bergnes fundador del movimiento de derechos humanos en la isla, el siquiatra Eduardo Bernabé Ordaz, el flautista Richard Egües antiguo integrante de la Orquesta Aragón y el dibujante humorístico Leo Wilson creador de las Criollitas.
El año a punto de concluir fue único para los cubanos, en la isla y en el exilio. Al cabo de 47 años de un férreo poder, el 31 de julio se supo que el gobernante cubano Fidel Castro sufrió una operación intestinal, delegó el poder a su hermano, el general Raúl Castro, y desde entonces sus apariciones en público han sido contadas, todas a través de fotografías o videos.
El anuncio del traspaso de poderes constituyó en sí mismo una novedad.
Sus dos páginas y media fueron leídas por el secretario personal del enfermo gobernante en la televisión, en horario estelar. Firmado al final por lo que parece ser el puño y letra de Fidel Castro, junto a su viejo hábito de añadirle la hora de la rúbrica, el documento nombró un virtual ''gabinete de crisis'' compuesto por figuras jóvenes como Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, junto a viejos ''cuadros'' como José Ramón Machado Ventura, que desde entonces han gobernado el país.
Esto permitió, como indicó en ese momento el ex director de la Agencia Central de Inteligencia para Latinoamérica, Brian Latell, que Raúl Castro, ``afianzara su poder y control personal sobre el aparato del partido comunista''.
Este fin de año, ese poder ya parecía afianzado, cuando el general Castro le dijo a un congreso estudiantil que Fidel Castro es ``insustituible, salvo que los sustituyamos entre todos juntos, cada uno en su lugar''.
Uno de los primeros cambios que anunció fue el del hábito de su hermano de pronunciar largos discursos.
''Hemos establecido que [yo] no tenía que estar haciendo todos los resúmenes ni hablar en todos los actos. Esa línea es la que debemos seguir'', dijo el general Castro. ''Los discursos se colegian con los cuadros más empapados del tema'' y ''no es necesario pronunciar discursos largos como hace Fidel'', agregó.
Raúl Castro lanzó un aparente nuevo modelo de toma de decisiones, donde se promueve el debate ''hasta la saciedad''. ''De las discrepancias siempre saldrán las mejores decisiones'', sostuvo.
Una de las medidas que Raúl Castro comenzó a desarrollar en agosto fue una reaproximación hacia sus viejos aliados de Europa Oriental, en este caso con Rusia, con el aparente objetivo de asegurar un intercambio estable en caso que la situación política en Venezuela se deteriore.
Después de todo, como recordó el director del Centro de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, Jaime Suchlicki, el general Raúl Castro es un hombre pragmático, que todas estas décadas se mantuvo en la sombra, pero de fuertes hábitos militares, tratando de asegurar todas las variantes posibles.
''Era natural, entonces, que Raúl se dirigiera a sus antiguos aliados y amigos en busca de apoyo para consolidar el poder en Cuba. Los rusos pueden proporcionar no sólo armas a su dictadura militar, sino también créditos para adquirir otros productos rusos'', dijo Suchlicki. ''Si la relación con Venezuela se agriara, o si Venezuela disminuyera sus embarques de petróleo a Cuba, los rusos podrían intervenir y brindar ayuda. Gran parte del equipo militar y no militar de Cuba es de fabricación rusa, y necesita modernización y piezas de repuesto'', agregó.
Además, añadió el académico, ``las posiciones internacionales de Rusia, su influencia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su creciente desafío de las políticas norteamericanas se ajustan bien a la visión del mundo y los intereses de Raúl Castro''.
En términos de política externa, esta aproximación a los herederos de la ex Unión Soviética fue acompañada también con un cierto regreso teórico a los orígenes del proceso político cubano, cuando desplegó la consigna de llevar la revolución a todo el continente.
En La Habana vieron con cierta complacencia como Bolivia y Ecuador se unían a los países que dieron un súbito giro a la izquierda en el continente, a rebufo de la Venezuela bolivariana del presidente Hugo Chávez, cuya reelección el gobierno cubano la celebró como propia.
La Habana envió a La Paz centenares de médicos y maestros, algunos acogidos por cierta polémica, entre los profesionales de esos países, que apuntalaron el gobierno del líder cocalero Evo Morales.
Morales no perdió tiempo en proclamar su unión a lo que llamó un eje, La Habana-Caracas-La Paz.
''Una gran Latinoamérica unida como soñaron nuestros antepasados es el futuro lógico y natural de nuestros pueblos'', dijo Morales, en una viaje a Caracas para afianzar la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), un cartel de intercambio económico y de mercancías que pretende ser una antítesis al Tratado de Libre Comercio y el Area de Libre Comercio (ALCA).
Otro gran acontecimiento este año dentro de la isla, pero mucho menos publicitado, fue un brote serio de dengue, una enfermedad relacionada con las condiciones sanitarias y que había ya afectado a los cubanos en la década de 1980.
El gobierno oficialmente no se hizo eco de la crisis sanitaria, y la enfrentó casi clandestinamente con todos los medios posibles, incluso el uso de aviones a baja altitud que rociaron con desinfectante las calles y edificios de la capital.
La epidemia dejó por lo menos 20 muertos y centenares de personas hospitalizadas, las cuales abarrotaron varios hospitales de Ciudad Habana.
''Llevamos tres semanas tratando de controlar el brote pero los recursos disponibles son mínimos, porque se está trabajando con mucha discreción ya que el gobierno no ha querido decretar una emergencia por epidemia'', declaró en ese momento a El Nuevo Herald.
Según reportes, se llenaron las salas de emergencia de los hospitales Miguel Enríquez, Covadonga y 10 de Octubre de pacientes con fiebre alta y claros síntomas de la enfermedad que es transmitida por el mosquito Aedes Aegipty. Los casos más graves del dengue, conocidos como tipo cuatro o dengue hemorrágico eran atendidos en el Instituto de Medicina Tropical donde internaron a unas cincuenta personas.
Cuba cerró el año con 339 presos políticos, 77 menos que en el 2005, según la ilegal Coordinadora Nacional de Presos y ex Presos Políticos, organización de derechos humanos local, que destacó el aumento ''significativo'' de mujeres presas por delitos políticos.
''De estos 339 prisioneros, 112 son considerados como presos de conciencia y el resto (227) son casos que en su mayoría pueden ser juicios amañados y/o encausados con cargos no probados'', dijo la presidente de la entidad, Aida Valdés.
La activista destacó que el informe refleja un ''aumento significativo'' del número de mujeres presas por delitos políticos. ''Al comenzar este año teníamos tres prisioneras. Ahora, lo cerramos con 28 mujeres, de ellas 27 en prisión y una en libertad extra penal'', apuntó Valdés.
La activista consideró que sería un ''gesto de buena voluntad'' si las autoridades liberan a ''por lo menos, a todos los que están enfermos''. ''Cuba vive un momento de cierta cautela'' por la convalecencia hace mas de cuatro meses del gobernante Fidel Castro, recordó.
El año concluyó con 2,810 balseros cubanos interceptados por guardacostas estadounidenses, cifra sólo superada por los 37,191 detectados en el éxodo de 1994, según el Servicio de Guardacostas.
Por otro lado, deja una larga lista de personajes fallecidos.
Entre otros, en el exilio murieron el periodista Fausto Miranda, el cantante Israel Kantor, el escritor Rogelio Llopis, el dibujante y cineasta Constante Diego, el escritor Justo Vasco, el ex preso político Eusebio Peñalver, el actor Pedro Rentería, el escritor del grupo Orígenes Mario Parajón, el arquitecto Manuel Gutíerrez, el músico Manuel Ochoa fundador de la Orquesta Sinfónica de Miami, el empresario Víctor del Corral creador del Victor's Cafe de Nueva York, y el arquitecto Enrique Ovares.
En Cuba, el opositor Gustavo Arcos Bergnes fundador del movimiento de derechos humanos en la isla, el siquiatra Eduardo Bernabé Ordaz, el flautista Richard Egües antiguo integrante de la Orquesta Aragón y el dibujante humorístico Leo Wilson creador de las Criollitas.