Ante la visita del Papa a Cuba:
Católicos esperanzados, comunistas desorientados
RUI FERREIRA / Especial para El Nuevo Herald
La Habana — La próxima visita del papa Juan Pablo II ha desorientado a los más ortodoxos comunistas, a la vez que ha suscitado en muchos católicos desmesuradas expectativas de cambio político.
"Sinceramente, amigo, es muy difícil de entender esto'', dijo José Miyares, viejo miembro del Partido Comunista.
Para Miyares, es incomprensible que las máximas autoridades no hayan explicado a los militantes las razones de esta visita papal, del 21 al 25 de enero.
"¡Este Papa acabó con la Unión Soviética, el país que nos dio de comer!'', casi gritó.
Para la jerarquía católica también hay muchas cosas que explicar. El sábado pasado, en la Iglesia de Santa Rita, en el barrio de Miramar, el cardenal Jaime Ortega Alamino había instado a los 3,000 jóvenes participantes del II Encuentro Diocesano Juvenil a que le preguntaran lo que quisieran.
Un joven quiso saber si vislumbraba algún cambio social con la visita. Se hizo un silencio en la enorme nave de la Iglesia, cortado únicamente por el zumbido de los abanicos de papel, pero Ortega no titubeó: "¡No!''
Y acto seguido amplió: "Una visita de un Papa produce siempre un cambio profundo, pero en este caso será en el corazón de los cubanos, en el ordenamiento de sus pensamientos''.
Enseguida, Ortega dijo que ya era muy tarde y clausuró el evento.
Posiblemente Ortega no hizo más que reflejar la prudencia que ha caracterizado las declaraciones de la jerarquía eclesiástica en estos días previos a la visita.
Desde que la Iglesia ha empezado a distribuir entre los feligreses miles de carteles con la imagen de Juan Pablo II, muchos como Miyares han empezado a descubrir que están rodeados de católicos por todas partes.
"Siete vecinos míos han puesto el dichoso cartelito en la puerta de sus casas'', afirmó Miyares arqueando las cejas. El edificio tiene 18 apartamentos.
Los católicos no ocultan su satisfacción. Si la visita papal no ha servido para propagar la fe, al menos la ha tornado accesible a todos.
"En estos momentos aquí se lee más la Biblia que en España'', dijo el monje capuchino Felipe Tijerino.
Para él todavía no está clara la razón que llevó a las autoridades a propiciar una apertura hacia la Iglesia, pero indicó que la dolarización de la economía se "ha traducido en una mayor libertad de culto, que no significa necesariamente libertad religiosa''.
"El aumento en la asistencia a las misas empezó a producirse al mismo tiempo que la apertura económica hacia el capital privado'', dijo. "Muchos de los que van a misa lo hacen por simple curiosidad, ni siquiera saben lo que es''.
Aun así, para muchos católicos la conquista más importante en esta etapa previa a la visita fue la decisión gubernamental de autorizar la celebración de la Navidad y declarar feriado nacional el 25 de diciembre.
"No fue una sorpresa, puesto que el Santo Padre lo había pedido a las autoridades, pero no deja de ser impactante'', dijo un sacerdote que no quiso ser identificado.
Para el profesor de historia de las religiones de la Universidad de La Habana, Enrique López Oliva, independientemente de la decisión gubernamental de declarar el feriado y "oficializar'' la Navidad, la visita del Papa es importante porque se ha transformado "en una especie de extensión de la Navidad, al permitir un reencuentro de la familia cubana''.
Por eso, López Oliva criticó la suspensión del crucero de peregrinos que había organizado la Arquidiócesis de Miami.
"Se trata de un pecado de soberbia y un gran error político'', dijo. "La oposición de algunos grupos en Miami lo que hace es brindar armas al gobierno cubano, al dar a entender que la intransigencia está en Miami y que es donde no se quiere la reconciliación''.
En la calle, el incidente aparentemente pasó inadvertido. Varios transeúntes se rieron al ser consultados sobre el tema.
"¿Crucero? Pero dónde piensan poner el barco si los muelles se están cayendo'', dijo un joven que no quiso identificarse.
Pero la publicación del mensaje de Juan Pablo II a los cubanos en las páginas del diario Granma y su lectura por la televisión, acompañada de imágenes del Vaticano y el Pontífice, parecen haber causado un fuerte impacto.
Ese día, Granma sólo pudo ser conseguido en el mercado negro. Hubo quien pagó hasta $10 por un ejemplar cuyo precio es 20 centavos de peso. Varias personas dijeron que guardarían el diario "para siempre''.
Ortega no podía ocultar su entusiasmo por la publicación.
"Me produce un gozo particular'', comentó. "¿Quién se imaginaria algún día ver al Santo Padre en la televisión y sus palabras en el periódico?''
Por el momento, se van conociendo más detalles de la visita. En la Plaza de la Revolución, donde dará su última misa en la isla, ya ha empezado la construcción del estrado: una enorme armazón metálica en forma de pirámide delante de la Biblioteca Nacional, en el costado este de la plaza.
Al oeste de la plaza será construida otra tarima para un coro gigante de 420 voces, compuesto mayormente por jóvenes católicos. Otros 600 jóvenes están encargados por la Iglesia de mantener el orden durante el acto.
En diciembre, Ortega hizo un viaje relámpago a Canadá, donde gestionó el sistema sonoro para la misa, ya que no existe uno apropiado en Cuba. El sistema de sonido tradicional sirve solamente para discursos y la misa precisa de uno mucho más complejo.
Según Ortega, "es tremenda la responsabilidad que tiene esta Iglesia para el futuro inmediato''. Varios obispos han comunicado ya a sus feligreses que una vez terminada la visita, empezará una campaña de evangelización.
"Vamos a aprovechar mientras la cosa está caliente'', dijo un sacerdote, que no quiso ser identificado.
A su lado, en el portal de la Iglesia de San Agustín, Samuel Martínez Sosa, empleado de comercio y monaguillo de fines de semana, sentenció:
"El Papa tiene que venir a Cuba porque es el país donde de verdad se concretan milagros. ¡Aquí la población vive de milagro!''
ACLARACION:
El periodista Rui Ferreira acaba de regresar de un viaje de 12 días a Cuba. Al final de su visado turístico, otorgado como ciudadano portugués, las autoridades cubanas se negaron a extender su estancia con el pretexto de que es corresponsal de El Nuevo Herald.
El Nuevo Herald - 3 de enero de 1998
Copyright © 1998 El Nuevo Herald